26/02/2008 11:30 AM
Periodista
La empresa Monteverde sacó al mercado los primeros productos con envases biodegradables . Estos son el queso crema light y queso crema tradicional como parte de un proceso que ha llamado “monteverdización” para ayudar al planeta a disminuir el impacto por contaminación de plástico.
Esto se logra gracias a una alianza que firmó con la empresa nacional Proplax , fabricante de productos plástico y con Milenio Tres S.A. que es la firma que representa a D2w en Centroamérica, una novedosa tecnología basada en el sistema de exo-biodegradación , el cual permite que los plásticos se desintegren y se reincorporen al medio ambiente, sin efecto invernadero ni calentamiento global.
Así en lugar de los 400 años que dura un plástico corriente en desintegrarse este tarda apenas cinco años.
Este tipo de recipientes desaparecen en cualquier lugar donde se encuentren y también son reutilizables y reciclables, con lo cual no requiere que los consumidores intervengan con alguna acción o tratamiento especial.
Los otros biodegradables desarrollados hasta ahora debían ser depositados en ambientes controlados, con alto contenido de microorganismos.
De hecho, esta semana el director ejecutivo de la empresa Symphony Environmental , que desarrolló la tecnología D2w , Michael Laurier, estará de visita en el país para impartir una charla sobre cómo se logra el proceso de exobiodegradación en los recipientes plásticos que la empresa fabrica.
En Costa Rica este producto es apenas conocido porque fue incorporado el año pasado en los primeros productos de plásticos. Symphony Environmental espera crecer en la región y a la fecha registra 15 empresas certificadas con capacidad para producir esta tecnología .
Una vez que finaliza la vida útil de los envases y gracias a la tecnología d2w se inicia un proceso de rompimiento de los enlaces químicos de carbono propios del plástico. Los tiempos de degradación varían según agentes externos tales como aire, temperatura, presión y manipulación de los envases, humedad, calor y radiación solar.
Al final del proceso, el 100% del plástico se desintegra y los únicos residuos son agua, mínimas cantidades de dióxido de carbono (CO2) y una biomasa que -fácilmente digerida por microorganismos tales como hongos y bacterias- se desintegra como cualquier otro desecho orgánico. El CO2, al desprenderse lentamente, permite que el carbono se fije al suelo como nutriente, sin causar efecto invernadero.
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